Jaén, 1976 Santi en la entrada de casa. No había quien la inmovilizara para hacerle la foto. Hubo que ponerle unas gafas en la mesa e invitarla a cogerlas.
Cuando murió Franco desfilaron miles de personas delante de su féretro, y ella estuvo una semana haciendo las mismas reverencias, cada vez que pasaba por delante del televisor inclinaba la cabeza y seguía con sus juegos.
Otro recuerdo vivo es que al crecer hasta la altura de la mesa del salón, se dio unos cuantos golpes en la misma, y cuando jugaba sin mirar y creyendo que estaba la mesa cerca ladeaba la cabeza sin venir a cuento y estaba graciosísima.
viernes, 15 de diciembre de 2006
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