
Cuando murió Franco desfilaron miles de personas delante de su féretro, y ella estuvo una semana haciendo las mismas reverencias, cada vez que pasaba por delante del televisor inclinaba la cabeza y seguía con sus juegos.
Otro recuerdo vivo es que al crecer hasta la altura de la mesa del salón, se dio unos cuantos golpes en la misma, y cuando jugaba sin mirar y creyendo que estaba la mesa cerca ladeaba la cabeza sin venir a cuento y estaba graciosísima.
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